Llega un momento en la vida en el que decides hacer algo para ti. Ya está bien de estar todo el rato dividida entre el trabajo, los niños, la familia y todos los problemas que van surgiendo como champiñones después de la lluvia.
Te acuerdas que de pequeña te encantaba dibujar y pintar. Te compras unos lápices, unos tubos de acuarela y un cuaderno ("para empezar, me vale con poco" piensas, error que hemos cometido todas).
Te apuntas a un curso. Allí te dicen lo que hay que dibujar/pintar y te enseñan cómo. Sigues todos los pasos y te sale algo que consideras aceptable. Piensas que estás en el buen camino y te compras más cosas.
Intentas hacer algo por tu cuenta y no te sale. Te frustras. Te compras más cosas pensando que es por el papel o porque no tienes el tono exacto del color que quieres usar.
Te apuntas a otro curso. Más de lo mismo. Otra vez un paisaje y a copiar lo que hace la profesora ("a mi el marrón no me gusta ni en pintura, pero si ella lo usa, pues lo tendré que usar yo también…").
Tu autoestima vuelve a crecer un poco. Te compras también ese pincel caro y otro tipo de papel, más profesional, porque ahora sí que sí.
Con la autoestima en auge, vuelves a atreverte a hacer algo por tu cuenta. Craso error. Otra vez la frustración porque no se parece en nada a los "estándares" o a lo que estés pintando. Terminas pasando más horas mirando lápices, acuarelas y todo tipo de cachivaches que pintando. La verdad que mirando todo lo que hay disponible engancha y estamos adictas a la dopamina.
Y después de todo esto, piensas que esto no es para ti y lo dejas todo. Total, para frustrarte ya tienes todos los problemas del día a día, no necesitas dosis extra.
Pero al fin y al cabo, ¿por qué nos limitamos nosotras mismas? ¿Por qué no disfrutar simplemente del proceso?… Por nuestras creencias de lo que debería ser. Aquí vamos a romperlas y deshacernos de ellas poco a poco.
Saldrá lo que tiene que salir en cada momento y será único. Y nos dirá en qué etapa estamos, cómo nos sentimos, y nos daremos cuenta de lo que hay que mejorar y por donde es el camino.
No hay límites en cuanto a la creatividad ni tenemos por qué dibujar un objeto y que salga perfecto. Para eso le podemos hacer una fotografía. Se trata de como vemos nosotras ese objeto. Y si yo estoy contenta y quiero transmitir esa alegría a través de mi dibujo y plasmar en el papel una nube amarilla, que así sea. Y cuando vuelva a ese dibujo, estará cargado de recuerdos.
¡Vamos a dejar de copiar la realidad y vamos a empezar a expresar lo que llevamos dentro, dar rienda suelta a nuestra creatividad!
En mi newsletter propondré ejercicios sencillos que nos llevarán a resultados sorprendentes. Aquí los dibujos realistas no valen.
Nada estará "bien" o "mal", "correcto" o "incorrecto". Saldrá lo que llevas dentro. Y te sorprenderás seguro.
Además, no estarás sola. Compartiremos nuestros dibujos para que se nos quite de una vez por todas lo de "me da vergüenza enseñarlo, no es perfecto, etc." ¿Perfecto para quién?
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